2 de Noviembre, Día de Muertos. Es un tiempo para recordar y, ¿por qué no? Volver a convivir con nuestros seres queridos que se fueron antes que nosotros. Pero… hay que preparar esa reunión por eso, es necesario poner un altar en el cuál hacemos una ofrenda para nuestros difuntos. Tenemos que recibirlos con la comida que fue su favorita en vida, con tequila para que el ánima tome y tenga buenos recuerdos de lo que fue su vida, también es necesario alumbrar el camino de regreso a la tierra de los vivos por eso ponemos veladoras. Hay que poner agua para mitigar la sed por el camino recorrido, el copal (incienso) es necesario para elevar las plegarias; el tradicional pan de muerto que representa el cuerpo humano; no podrían faltar las calaveritas de azúcar que simbolizan a la muerte ¡siempre presente!; 4 cirios orientados a los puntos cardinales para que nuestro ser querido pueda orientarse y regresar con los suyos.Elemento muy importante es la fotografía del difunto que servirá como espejo, como reflejo del ánima y de ésta manera encontrará el camino de regreso a casa. También ponemos una pequeña cruz de ceniza por si el ánima de nuestro difunto se encontraba en el purgatorio, con ella le ayudamos a salir de él y continuar su camino. También ponemos sal, con ella decimos que muy pronto todos nos convertiremos en sal. Y, no podía faltar la famosa y tradicional flor de cempasúchil (sólo florece después de las lluvias) que simboliza lo efímera que es la vida.Nuestro Día de Muertos definitivamente es un sincretismo de creencias, herencia cultural de nuestro pasado indígena y español.